Recientemente, en un centro que nos inspira a menudo, (http://www.constantvzw.org/site/Promiscuous-pipelines.html), tomaban inspiración una vez más de los sistemas y lenguajes de computación. «The Unix philosophy» es un set de normas «culturales» y una serie de aproximaciones filosóficas para el desarrollo de un tipo de software pequeño pero muy potente, que permite a los programadores del sistema operativo Unix trabajar de manera modular, sumando pequeñas unidades de código generadas por diferentes personas desde diferentes lugares. De esta manera, alguien diseña un módulo que luego otros pueden añadir en sus «partituras» concretas. Nos pareció inspirador que lo que se llaman pipes, en realidad pequeñas «pasarelas», métodos, sean las estructuras que permiten conectar unos módulos con otros, haciendo que el output de un programa sea considerado el input del siguiente.
De esta manera, lo que en principio son módulos estancos, se convierten en partes, y entre ellas, hacen posible infinitas combinaciones. Como señalan los compañeros de Constant, en realidad, los procesos de desarrollo de software son inherentemente contextuales y “leakys”.
¿Cómo sería posible trasladar esta manera de operar en procesos analógicos, en concreto en el ámbito del trabajo cultural? ¿Sería de ayuda a la hora de superar el chantaje y miedo inscritos en la retórica de la “austeridad o la racionalización”, y encarar el futuro mas próximo con el optimismo propio (y revolucionario) de palabras como composición y colaboración?