Nos hubiera gustado llegar a tiempo de participar en la publicación del seminario que organizó en junio la Fundación de las Comunes, titulado «Hacia nuevas instituciones democráticas». La idea era hacer una reflexión sobre la capacidad de nuestras instituciones, en este caso las artísticas, de dejarse habitar por prácticas políticas que se definen así mismas como tales. Es decir, que no renuncian al alcance político (real) que sus propuestas tienen. Que habitan la fractura que parte a la vieja política en dos, y que dejan obsoletos los espacios consagrados a ella y las reglas que la ordenaban y medían.
Qué es y cuándo está activa una campaña electoral, qué es y cómo funciona la propaganda, y cuándo, por el contrario, estamos ante el ejercicio civil de la corresponsabilidad y el debate común, o la puesta en escena del encuentro entre diferentes, o incluso entre iguales (cosa cada vez más difícil). Qué es el partidismo y qué es la política propiamente dicha: el reconocimiento y la reflexión de la potencia que las ideas tienen en los cuerpos, las vidas, las ciudades, los ecosistemas.
¿Y en qué lugares es posible celebrar los viejos-nuevos rituales de encuentro-debate-representación? ¿Por qué los espacios destinados sólo a que el Arte suceda se vacían, mientras que los que permiten que entre todo lo demás se convierten en foros públicos?
Porque cuando el arte abandona su propio campo y se hace visible como parte del resto de las cosas(1), en este caso de lo que en la vida pública sucede, no es para erigirse él, ni erigir a la política como el único modelo posible, hegemónico, ejemplar. Sino que a través de este «echarse a un lado», demuestra que a través de la composición, del reconocimiento del otro, ambos cobran un sentido relativo, abierto a la crítica, precisamente antiautoritario y rebelde.
(1)»when art leaves its own field and becomes visible as part of something else» es el leit motiv de un evento (visibleproject.org), y nos sirve para reflexionar acerca de la intuición de que el arte es un campo especialmente sensible a esos «otros algos» o «algos más», que cobra sentido en ese transformarse en algo más o convertirse en sólo parte, incluso que sobrevive a costa de este «hacerse parte».